Algo de historia…

A finales del 2010 nos reuníamos compañeros de la Universidad Pedagógica, la Universidad Nacional y la Universidad Distrital con el propósito de construir una propuesta de acción político organizativa hacia las universidades y el trabajo barrial en general.
Teníamos ya algunas cosas en común. De la mano del compañero Raúl Navarro, hacíamos parte del proceso de Centro Cultural en el barrio La María, y del proceso de Carnaval Popular por la Vida en Britalia, con el que conocíamos otras formas de cambiar la realidad desde la cultura y la acción popular.
Aunque no habíamos adelantado una plataforma política formal, contábamos con algunos principios para encontrarnos. Comprendíamos y comprendemos, que la acción política transformadora debe hacerse desde las clases trabajadoras, de las cuales todos quienes conformamos Quinua hacemos parte.
Comprendemos que es a través de la movilización y de la acción pedagógica que podemos transformar la realidad, en perspectiva de la unidad de las clases populares. Así, de manera general, nuestra lucha era y es por una vida digna para todas y todos.
¿Por qué se hace necesario trabajar hoy?

A lo largo de su historia, Colombia se ha caracterizado por ser un país con una clase política gobernante que no negocia su poder y que lo somete a los intereses del capital extranjero.
Esta situación se agudiza en la última década, cuando el gobierno impone la meta de hacer del país una potencia minera y estructurar un gobierno neoliberal en el que los derechos fundamentales se convierten en servicios negociados por el capital privado.
Esta política de Estado se fundamenta en un proceso desmedido de aumento de la persecución y los crímenes de Estado contra la población organizada: campesinos, indígenas, estudiantes, trabajadores y todo aquel que se opone a este proyecto. Así lo demuestran los asesinatos a sindicalistas donde Colombia lidera las listas, y la crisis de derechos humanos que afecta al país.
Ante esta crisis social sentida por el grueso de las clases populares, se hace necesaria la acción transformadora de carácter radical, lo que implica cambios culturales, en nuestros principios; cambios políticos y económicos capaces de encontrar salida a la encrucijada en la que nos tiene el sistema, y construcciones alternativas en las formas de relacionarnos a largo plazo.